Como pasamos de la idea a nuestro proyecto

Revisemos este caso: somos parte del comité de una asociación de vecinos, estamos organizando una kermés para arreglar la plaza al centro de nuestra colonia y vamos a decidir los puestos que se van a colocar. Una vecina que no habíamos visto antes, se presenta ese día con su propuesta: primero nos explica lo maravillosos que son los hamsters como mascota, luego la noble y sutil arte del tejido, para finalizar con un detallado alcance sobre los dos años que lleva dedicada a la confección de sombreros para hamsters. ¿Aceptarían su aplicación para tener un puesto? ¿Sobre qué parámetros se basarían para tomar la decisión?

Posibles ideas: “ahhh, hamsters, ¡son hermosos!”, o “no me gustan los hamsters, les lanzaré a mi gato”, o “todos los seres vivos son importantes, todos deberíamos ser veganos” y basados en algún tren de pensamiento similar tomarán su decisión. ¿Alguna de estas opciones es mejor que otra? No, en realidad todas están en un gran y profundo hoyo. Y así es cómo podemos explicar el fenómeno donde muchos aseguran que el interés por el teatro está casi muerto y sin embargo, hay obras que con éxito se presentan cada fin de semana en la ciudad. Me pueden decir: “porque tienen mucho dinero para invertir en publicidad por todos lados”, o “los monopolios nos dicen que tenemos que ver”, o alguna idea similar, que como las anteriores están en un hoyo profundo porque cometen el mismo error de quedarse en la superficie.

Sombreros tejidos para hamsters.

El problema con tomar la decisión basados en el gusto personal es que el objetivo de la kermés no era hacer un evento dedicado a honrar los gustos de una persona, sino recaudar dinero para arreglar la plaza, con lo cual necesitamos que 1) venga gente y 2) que gaste dinero en los puestos que hemos elegido. Así que la pregunta correcta sobre la vecina de los sombreros para hamsters no es si a mí me gustan los hamsters o si yo los compraría, sino ¿habrá gente interesada en comprarlos? ¿Cuánta gente? Esa gente ¿llamará a otra gente amante de los hamsters para venir a comprarlos a nuestra kermés? Así es, el primer paso para convertir nuestra idea en un proyecto es pensar en el público y así lo hicimos.

Un momento por favor, antes de que entren en pánico, respiren y sigan leyendo: pensar en el público no quiere decir que abandonarán sus procesos creativos. Cuando estudié arquitectura estaba clarísimo que había que pensar en los habitantes, sí, yo diseñaría el espacio pero al final sería ocupado para alguien más, cuando se hace arquitectura se piensa en otros; lo mismo ocurre con los diseñadores gŕaficos, industriales… No así necesariamente con los escritores, pero cierto es que una cosa es cuando escribo para mí y otra cuando escribo para este blog, aquí por lo menos intento que sea legible e interesante para alguien más; lo mismo con la foto, la pintura, u otra forma de expresión, el momento de creación es algo personal. La diferencia es que con un proyecto se busca conseguir un objetivo que generalmente implica la participación de otras personas y entonces lo natural es pensar en ellas también, aunque como suele pasar con otras esferas de la vida, lo evidente termina siendo obvio y lo olvidamos.

Volviendo a nuestro caso, Adrien tenía fotos y una idea, proceso creativo completo pero cero proyecto. Así que lo primero para mí fue sentarnos a hablar sobre el público y nos dimos cuenta que teníamos dos: los visitantes de nuestra exposición y las personas que trabajaban en los ayuntamientos (Mairie) de las ciudades que queríamos visitar, estos últimos fundamentales porque son quienes tomarían la decisión de abrirnos la puerta o no, así que el proceso de plantear el proyecto empezó por ellos.

Primer mito absurdo por derrumbar: “los países de Europa tienen grandes presupuestos para la cultura”, jajaja. Me temo que no, las ciudades que visitó Adrien al inicio le dijeron que no tenían dinero, algunas que las contactara después para finalmente decirle que el enfoque del gobierno para ese año sería el deporte o para simplemente no responderle más. Así que en lugar de pensar “nos tienen que pagar” mi pensamiento fue “¿qué les podemos ofrecer que les interese?” Y siempre hay algo.

En el verano las ciudades se preparan para recibir turistas (nacionales y extranjeros) que ayudarán a las economías locales con sus compras, así que las ciudades tienen que asegurarse de ser puntos atractivos para que la gente quiera venir; algunas tienen castillos hermosos, otras producción de vinos, pero todas necesitan ofrecer algo nuevo y atractivo, ¡ahí entramos nosotros!

¿Qué les propusimos?
Organizar una expo es una lata y cuesta dinero, así que nosotros les ofrecimos a las ciudades no una, sino dos exposiciones gratis, con un tema relevante para ellas: el río Loire que tanto aman y que tienen enfrente. Lo único que tenían que hacer era darnos un espacio público céntrico (cerca de donde pasa la gente) y un espacio para acampar, nosotros no encargaríamos de todo lo demás: montaje, equipo para montar, transporte de las piezas, carteles, etc.

Parte del brochure explicando la exposición Cours de Loire

Parte del brochure con la ficha de Cours de Loire


¿Cómo llegamos a las ciudades?
Hicimos un brochure explicando las bondades de tener dos exposiciones fotográficas sobre la Loire listas para montarse sin costo ni esfuerzo alguno, agregamos la ficha de cada exposición, la explicación del viaje que las originó, las biografías del equipo (fotógrafo y arquitecta), explicamos que pondríamos una boutique para sustentar el proyecto y que a cambio de todo eso ellos no tendrían que hacer nada más que darnos un lugar para montar y para acampar. Luego buscamos los correos de los encargados de cada ciudad y les mandamos un correo -breve- explicando el proyecto en general , resaltando “fácil y gratuito” y adjuntamos la presentación en pdf. Así es, mito 2 derrumbado: “tienes que conocer a alguien”.

¿Acampar?
Aquí en Francia es común que la gente viaje y acampe, ya sea en camionetas preparadas para ello, en bicicleta (sí, por increíble que parezca) o en cualquier coche, luego llegan al sitio de acampar, ponen su tienda de campaña y listo; por ello cada ciudad, por pequeña que sea (por ejemplo ahora estamos en una de 450 habitantes) suele tener un espacio destinado a recibir ese tipo de turismo, especialmente las ciudades que queríamos visitar a la orilla del río. Así resolvimos el tema de nuestro hospedaje con una opción alcanzable para las ciudades cuyo pretexto favorito es la falta de presupuesto.

Los primeros son viajeros en bicicleta.

Sitio de acampar en Beaugency.

Logros:
Sin tener conocidos en los gobiernos locales -o en otro gobierno-, una página de 1,000 fans en facebook, o un currículo de exposiciones previas de cuatro páginas; confirmamos una gira por nueve ciudades a lo largo del río, que al día de hoy, 11 de agosto, se amplío a una ciudad más, alargando la gira a Diciembre de este año. Todo por empezar pensando en nuestro público (los ayuntamientos) y lo que podíamos ofrecerles (un evento gratuito de interés) en lugar de esperar que nos pagaran por una exposición que no habían pedido, a instancias que no tenían dinero; y todo sin comprometer el proceso creativo por el cual Adrien llegó a tener sus fotografías.

Montando en Montsoreau

Desmontando en Beaugency

Hasta aquí nos sentíamos un éxito, luego claro está que hemos cometido errores y aprendido mil cosas en el camino que les seguiré contando en mis siguientes posts, pero espero que por lo pronto esto sirva para empezar a abrir la puerta a proyectos creativos que de verdad piensen en su público y dejar un poco de lado las kermeses de una sola persona.

Merci!
Por cierto, parece ser que la creación de sombreros tejidos para hamster es un negocio lucrativo que pueden ver aquí y si tienen una experiencia similar me encantaría leerlos, ¿qué se les ocurre que pudimos haber ofrecido o solicitado además como parte de nuestra propuesta?

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